EL FÚTBOL FEMENINO SE JUEGA EN CANCHA PRINCIPAL
Carla Andrade
¿Cuál es el criterio para opinar sin medir consecuencias? Me pregunto esto después de las declaraciones al aire del comentarista Hugo Grignafini en la Radio Femenina de Concepción tras el partido de Fernández Vial y Colo-Colo. Me pregunto no solo por ese fragmento en particular de sus dichos, sino que también porque parece ser algo más general. Entonces, ¿cuál es la fuerza de ese discurso misógino que se sigue escondiendo detrás de la línea editorial de los medios en general? Es profunda, arraigada y normalizada. Un mix perfecto para buscar cerrar los espacios que tanto nos ha costado conquistar.
¿Qué es lo que pasó? Se suspendió un partido entre Deportes Concepción y General Velásquez de la tercera división masculina producto del deterioro de la cancha del Estadio Ester Roa por la lluvia y la cantidad de partidos que se disputaron en el lugar.
La solución propuesta por el comentarista fue muy rápida y sin mucho filtro: “¿Cuál es el criterio? ¿Cuál es la fuerza que tiene el fútbol femenino para hacer tira una cancha? ¿Por qué no programaron el partido en otro lado? Qué se yo, hubieran ido al Morro, no sé, en algún lugar. Al Morro podrían haber ido a jugar fútbol femenino tranquilamente, si hubieran querido cuidar la cancha para la tarde”. A ver si se entiende, ¿Grignafini quería que le cuidaran la cancha a la tercera división masculina por sobre la máxima categoría femenina? ¿Entendí bien? La respuesta es sí. Su forma de arreglar todo es mandar a las mujeres rápidamente a jugar a otro lado, a cualquier parte, como si no importara en absoluto, como si por ser mujeres tuviéramos que aceptar que a toda costa lo primordial sean ellos; como si debiéramos asumir que estamos en un espacio que no nos corresponde. ¿Quién se habrá creído?
Por su parte, la Radio Femenina FM tampoco se manifestó ante los dichos de Grignafini. Hay un “hacerse el loco” muy recurrente. El lavado de manos es muy parecido a “las declaraciones son responsabilidad de quién las emite”. Y sí, así es , pero ese medio tiene dueño o dueña que se deben hacer cargo de quiénes tienes en los paneles. Tienen que tomar esa rienda y dirigir; el silencio acepta y respalda sin cuestionamientos. Esa radio muestra en este discurso un problema cultural, económico y político desde los cimientos de nuestra sociedad y la postura neutral lo agudiza. La libertad de expresión no da derecho a decir lo que se quiera sin consecuencias. Permite opinar, pero reconociendo límites de respeto; garantiza el micrófono abierto, pero solo hasta que las palabras traspasan el odio y, en este caso, la misoginia.
Te pregunto a ti, editor: ¿cuál es el criterio para seguir trabajando con gente que vive en 1950? ¿Cuál es la fuerza que tiene tu propia misoginia para perpetuar este discurso repetido y aburrido? ¿Hasta cuando vas a respaldar que nos quieran seguir enviando a la cancha de atrás? Ya fue suficiente.