POLÍTICA, FÚTBOL Y LATINOAMÉRICA
FERNANDA PINILLA
En Chile, principalmente en la región metropolitana, cuando he tenido la oportunidad de hablar de fútbol frente a niñes y jóvenes, he realizado el ejercicio de que piensen en fútbol y que me respondan qué es lo primero que se les viene a la cabeza; entre las respuestas sobran los nombres de famosos futbolistas, equipos, selecciones; siempre de hombres. Curioso como un ejercicio tan básico y para nada ingenioso refleja lo que significa el fútbol en este país. Sin ir más lejos, es increíble cuando ante cualquier contingencia nacional -especialmente aquellas con consecuencias negativas para un sector específico de la población- se desvía la atención para orientar el foco a cualquier evento futbolístico. Todo lo anterior se encuentra netamente relacionado con el fútbol de hombres, su espectáculo y su cultura. No es secreto que durante toda la historia del fútbol, en nuestro país y el mundo, se ha invisibilizado el fútbol de mujeres y las distintas luchas que se han ido levantando. Pecando de inocentes cuando en los inicios sólo juegas por diversión y forjar amistades, desconociendo lo difícil que se tornará el panorama. Una vez dentro, te encuentras -en el mejor de los escenarios- únicamente con el apoyo de tu familia y/o cercanos. Y así se comienza a sentir la precariedad con la que se vive el fútbol cuando quien lo practica es una mujer. Nos vamos dando cuenta que es común que la mayoría de las instituciones(*) no estén involucradas ni muestren interés en su fomento, desarrollo y sobretodo profesionalismo de la actividad. Ante estos escenarios hemos sido testigo de como una cantidad considerable de futbolistas han tenido que dejar su práctica por no contar con recursos o porque simple y crudamente no alcanzaron a juntar las chauchas para la operación de la lesión que les derrumbó los sueños.
Presente a un panorama tan desalentador, y hoy perteneciendo a un puñado de futbolistas mujeres que consiguieron vencer y mantenerse por contar con un poco más de recursos, y también con algo de suerte – que se necesita en todos los deportes- la ilusión que me gobierna es la de un fútbol de mujeres que conserva el espíritu más importante de este deporte, la pasión que se respira en los camarines, en los entrenamientos, en la micro que nos lleva a casa a las 22 hrs después de entrenar, en los estudios que debemos hacer a las 2 o 3 am para que nos alcance el día, en el control de la ansiedad por cansancio, en los permisos que rogamos en la pega, en todas las fechas importantes a las que no podemos asistir; sigue sumando, que encontrarás cientos. Este fútbol es distinto, aunque lo entendamos bajo las mismas reglas, podríamos decir que no se encuentra “manoseado” como el de hombres, no existen tantos conflictos de interés censurados, no se gastan cantidades astronómicas de dinero en un sueldo o traspasos y no se utiliza para desviar la atención de la población ante cualquier contingencia social-politica urgente.
Herramienta. No para entregarte un futuro de lujos si no que una herramienta con esencia —que a veces nos cuesta distinguir en el masculino— de compromiso social, compromiso por las que vienen detrás e importante para potenciar, empoderar y formar. Su encanto: La gran mayoría de mujeres que jugamos lo hacemos porque nos apasiona y no por llevar el auto del año, que promete una vida con lujos, estabilidad salarial o por contar con un desinterés en alguna u otra actividad.

Soñar y que en todos esté el fútbol y sus distintas formas de impacto, así ha sido a lo largo de mi vida. Así mismo, hoy los anhelos se transforman a ratos en temores, porque si hay algo que me desagrada del futbol de hombres es en lo que se ha transformado, el negocio, el mercado, el incluso como se llega a divinizar a los futbolistas. Esperando con ilusión que no ocurra lo similar con el de mujeres. Espero que las niñas no crean que siendo exitosas por el fútbol se sientan con la capacidad de ser y hacer con el resto del mundo lo que quieras; de infringir normas, de pasar por alto leyes y/o de sentir cierta superioridad solo por tener un talento deportivo y competitivo. No todes tenemos el por qué atribuirnos un compromiso y responsabilidad social, sin embargo creo que al perder, o incluso, jamás transitar por estas sensibilidades, consiguen transformarte en ese tipo de personas. Responsabilidad deportiva, siempre, de ser un ejemplo y referente a seguir. Responsabilidad social, dependiendo de tus sensibilidades.
Pasar hambre, pasar frío, no tener instalaciones sanitarias en sus lugares de entrenamientos y partidos, no tener balones, no contar con indumentaria, no tener acceso a profesionales de la actividad, transitar con temor a lesionarse, viajar 12 horas de noche para llegar a jugar y volver lo más pronto posible, romperte un hueso, una rodilla, un tobillo y tener que colgar los botines por no portar un seguro de salud que te cubra los 3, 4 y 5 millones de operación.
La creación de la ANJUFF en Julio del 2016, marcó un punto de inflexión en cuanto a la visibilización de esta realidad para fútbol profesional, mientras que a la par se logró trabajar sobre alguna de ellas. Como ya mencioné, siempre sueño con el fútbol. ¿Cómo podría ilusionarme pensando un fútbol de mujeres con las condiciones que merecemos y no hacer nada al respecto?, ¿Cómo podría continuar mi carrera llena de oportunidades, sabiendo que no todas las tienen, o las tendrán, simplemente por no contar con voluntades de turno?. No quiero ni jamás he pensado en tener un mercado – como el que lograron instalar en el mundo – con el fútbol de hombres, similar a todas las empresas que hoy denominamos por sobre cualquier cosa como rentables. Esperaría un sistema que genere y tenga de manera fundamental alcanzar un éxito basado en el bienestar de las personas, la sociedad y el planeta. Creo que la esencia fundamental del fútbol está en las mujeres y me da miedo que se pierda en un futuro por querer encaminarnos a lo que es hoy en día, el fútbol de hombres. Las luchas en distintos frentes es la misma, en distintos países se han juntado, tal vez en unos con más solidez que en otros, gremios de mujeres buscando reivindicar el fútbol de mujeres como Argentina, Colombia o México. Gracias a la ANJUFF he podido acercarme a estas luchas y saber más de las miles de experiencias compartidas, buscando enriquecernos y convencernos que debemos construir juntas un movimiento deportivo y sobretodo social en Latinoamérica. Luchando con acciones y compartiendolas, hay jugadoras que se han manifestado en los campos de juego, que han dejado su selección, que las han marginado de su selección, que las amenazaron de muerte por hablar y contar un par de verdades de una u otra institución, pero ahí estuvieron muchas más – por las que no pudieron y por las que vienen -, mostrando y transmitiendo apoyo, que si quieren callar a una tendrán que callarnos a todas.