LO INVISIBLE, INVENCIBLE

GRACE LAZCANO

Cuando se trata de mujeres y deportes, siempre somos menos. Y si se trata de mujeres y fútbol no es para nada diferente. Porque hay que dar explicaciones, sacar a colación el esfuerzo, defenderse, ser agradecida por los poco que nos dan. Porque “no te quejes”, porque “siempre ustedes con lo mismo”, porque “feminazis”, porque simplemente les incomoda que estemos en un terreno que creen que por derecho les pertenece a unos pocos. Y han estado tanto tiempo nadando en su misma pequeña piscina, que cada crítica que surge en contra de las diferentes formas de violencia que han normalizado, lo sienten como un ataque del que deben defenderse.

En 2016 se conformó la ANJUFF con el fin -entre otras cosas- de profesionalizar el fútbol de mujeres, en Chile. Le doy vueltas a ese año y me pregunto en qué estábamos nosotras -las comunicadoras-. No puedo hablar por todo el gremio, pero seguramente tratando de ganar terreno en un feudo cuyos dueños a regañadientes nos tenían ahí, en su mayoría con funciones de segundo orden, de “arroz graneado”. Algunos hablando a nuestra espalda sobre nuestro aspecto físico, tratando de empatar nuestro desempeño profesional con características de nuestro género, de nuestro cuerpo. Estábamos “demostrando” -incansablemente- que el periodismo deportivo era un espacio tan nuestro como de ellos. Todas, eso sí, en silencio. Recuerdo un par de conversaciones con colegas en las que, con tono muy bajito, nos contábamos avergonzadas que nuestros jefes nos pedían llamar a tal o cual jugador porque “ a nosotras nos diría que sí”, las veces en las que algunos deportistas condicionaron una entrevista “mano a mano” a cambio de una “cita”, e incluso cuando el jefe te miraba con cara de “qué más te da”, cuando le comentabas. Y eso sin mencionar las veces que te miraban lascivamente, te hacían “bromas” sobre tu vestimenta y tu cuerpo Sin mencionar las veces que esto llegó a más y que por vergüenza decidimos callarnos.

Y no es diferente a lo que pasan las mujeres en TODOS los diversos trabajos u oficios que existen. Lamentablemente, tuvieron que llegar denuncias públicas de abuso y acoso por parte de jugadoras hacia un kinesiólogo de Palestino, para apurar el trámite del “Protocolo contra el Abuso y el acoso en Instituciones

Deportivas” que fue promulgado recién este 21 de septiembre. ¿Dónde estaba ese protocolo, cuando la atleta Marlene Ahrens -única mujer chilena en conseguir medalla olímpica- denunció un caso de abuso sexual y por este motivo le negaron participar en los JJ. OO de Tokio 1964? ¿Dónde estuvieron todo este tiempo?

Duele mirar para atrás y pensar en cuántas deportistas, cuántas colegas, cuántas hinchas y cuántas mujeres hemos tenido que pasar por estas situaciones en silencio, masticando la rabia y el miedo. Es por esto que como comunicadoras, tenemos el compromiso de ser las amplificadoras de toda denuncia que se levante, investigar cada caso que se denuncie y darles cada vez más visibilidad a las deportistas, ya que, si siguen siendo eclipsadas por los hombres que compiten, seguirán estando en el umbral de la indiferencia y aprovechamiento de las autoridades y dirigentes.

La lucha contra el machismo en este rubro, parece no tener fin, pero es responsabilidad de todas trabajar en conjunto: deportistas, comunicadoras, hinchas, dirigentas y todas las que conformamos esta actividad. Que no quede ninguna fuera, porque ya no aguantamos más y organizarnos nos ha permitido dejar de ser invisibles, tengo la convicción de que esa misma unión y resistencia nos hará invencibles.